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La Comuna de Cali


Bogotá, Plaza de los Héroes, 28 de mayo de 2021. Foto DR.


28 de mayo, un mes de Paro nacional. Enorme movilización en todo el país, y de nuevo, en Cali, escenas de horror: 13 muertos más. Todos jóvenes. El presidente Duque decide llamar al ejército como refuerzo, en Cali y en otras ciudades del país. El Comité Nacional de Paro llama a un bloqueo total del país a partir del lunes 31 de mayo.


La multitud es inmensa, colorida y no sólo tricolor amarillo-azul-rojo, sino también indígena, negra, LGBT, etc. Un día la gente de allí recordó que su país, Colombia, tenía el corazón más grande del mundo, y que un corazón está hecho para latir en sintonía con la vida y la esperanza, no para arrugarse por el miedo al mañana e incluso al hoy. Y que en un país que es el segundo del mundo en biodiversidad, tan rico en su suelo y subsuelo, casi la mitad de la población se vea reducida a vivir muy por debajo del umbral de la pobreza, sin derecho a la educación, sin derecho a la salud, francamente, duele el corazón.

Entonces un día, un buen día, el pueblo colombiano, harto de no poder aguantar más, harto de que le hicieran soportar el peso de una nueva reforma inicua, decidió despertar, dejar el miedo en el guardarropa y salir a las plazas públicas a proclamar: ya, basta. Suficiente, basta ya. Basta ya, como cantó una vez el gigante Atahualpa Yupanqui.


(Letra: ¡Ay! Ya viene la madrugada, Los gallos están cantando. Compadre, están anunciando que ya empieza la jornada... Ay... Ay... ¡Ay! Al vaivén de mi carreta nació esta lamentación. Compadre, ponga atención que ya empieza mi cuarteta. No tenemos protección... Ay... Ay... Trabajo para el inglés, trabajo de carretero, sudando por un dinero, que en la mano no se ve... Ay... Ay... ¡Basta ya! ¡Basta ya! ¡Basta ya que el yanqui mande! El yanqui vive en palacio yo vivo en uno ¡barracón! ¿Cómo es posible que viva el yanqui mejor que yo? ¡Basta ya! ¡Basta ya! ¡Basta ya que el yanqui mande! ¿Qué pasa con mis hermanos de Méjico y Panamá? Sus padres fueron esclavos, ¡sus hijos no lo serán! ¡Basta ya! ¡Basta ya! ¡Basta ya que el yanqui mande! Yo de pequeño aprendí a luchar por esa paz. De grande lo repetí y a la cárcel fui a parar. ¡Basta ya! ¡Basta ya! ¡Basta ya que el yanqui mande! ¿Quién ha ganado la guerra en los montes del Vietnam? El guerrillero en su tierra Y el yanqui en el cine. )


Atahualpa Yupanqui compuso esta canción en 1971. Denostó al "yanqui que manda" y despoja al campesino de todos sus derechos. Ese mismo año, 1971 , se publicó un libro: "Las venas abiertas de América Latina", de Eduardo Galeano. En 40 años, ¿qué ha cambiado? No mucho. Tanto si manda el yanqui como el Duque-Uribe, y detrás de ellos las multinacionales sedientas de materias primas y de beneficios descarados, todo es lo mismo. Están los poderosos, sus secuaces serviles y generalmente corruptos, y luego el resto de la población, más o menos esclavizada. Más que en cualquier otro lugar de América Latina, quizás las venas de Colombia permanezcan abiertas. Esto tiene una explicación: los 50 años de "guerra civil" que, sin necesidad de contar con el régimen de una dictadura, han sometido y esclavizado a un pueblo condenado al terror.

Foto sin fecha del líder histórico de las FARC, Manuel Marulanda "Tirofijo", en el suelo descansando. Foto EFE / Newscom - Maxppp.


Recordemos que en su origen, en la década de 1930, las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo) se formaron para defender el derecho a la tierra que entonces se concentraba en manos de unos pocos latifundistas. Esta lucha permitió la desarticulación de varias grandes haciendas, sobre todo en Cundimarca y Tolima, y la creación de zonas de autodefensa campesina, a menudo de sensibilidad comunista. Hay que recordar que entre 1945 y 1948, más de 15.000 campesinos fueron asesinados por grupos armados apoyados por los terratenientes. La violencia en Colombia no viene de la nada. Por último, hay que recordar que, según las Naciones Unidas, que no es una organización maoísta, durante toda la duración del "conflicto armado", el 12% de los asesinatos de civiles puede atribuirse a los movimientos guerrilleros, frente al 80% de los paramilitares, generalmente contratados por las multinacionales interesadas en sus prebendas y en el derecho a explotar la tierra a fondo (las fuerzas gubernamentales son responsables del 8% restante de los asesinatos).

Duque, el pequeño presidente colombiano, se equivoca deliberadamente cuando dice que los jóvenes manifestantes que ahora están en la calle están financiados por potencias extranjeras (Venezuela), narcotraficantes y grupos terroristas; ¿por qué no, ya que estamos, la rama colombiana de Al Qaeda? Pero tiene razón al decir que estos jóvenes, de entre 18 y 25 años, son disidentes de las FARC. Son disidentes en el pleno sentido de la palabra: no vivieron directamente los años oscuros del "conflicto armado", esa no es su historia. Pero, efectivamente, son guerrilleros de un nuevo tipo, guerrilleros urbanas, no guerrilleros de montaña. También ellos, como los campesinos de los años 30, defienden el derecho a la tierra, a su suelo, a sus pies en la tierra, y a un futuro, a poder plantar las semillas y más tarde recoger los frutos. Pero a los ojos de Duque y de la élite, a menudo corrupta, que le llevó al poder, no son nadie, vándalos de nacimiento. Así que, sin ser necesariamente conscientes de ello, estos jóvenes también son indígenas, indígenas contemporáneos, indígenas de barrios.

No es casualidad que el corazón de la actual protesta en Colombia esté en Cali y en la región del Cauca, en el suroeste de Colombia. Allí siguen vivas las almas de los Aviramas, Bojoles, Chapanchicas, Cholos, Coconucos, Guambianos, Jamundíes, Páez, Paniquitaes, Patías, Polindaras, Sindaguas, Timbas y Totoroes, las tribus indígenas que poblaban la región cuando desembarcaron los conquistadores españoles: y en primera lineas, un loco, Sebastián de Belalcázar, que se había propuesto encontrar Eldorado. Ya, la codicia.



En Cali, una cabra ha sustituido al conquistador Sebastián de Belalcázar.


No es casualidad que el Cauca fuera, en el siglo XIX y principios del XX, un bastión del republicanismo radical colombiano debido a la importancia numérica de las poblaciones negras e indias y a sus tradiciones de insubordinación ante la Corona española y luego ante el Estado colombiano (cf. Michel Gandilhon, "La guerre des paysans en Colombie. De l'autodéfense agraire à la guérilla", París, Les nuits rouges, 2011). La sangre de esta insubordinación aún corre por las venas de los jóvenes manifestantes de hoy. No es casualidad que el primer día del Paro nacional, el 28 de abril, en Cali, los indígenas misak derribaran la estatua de Sebastián de Belalcázar. La historia es de sangre fría, se toma su venganza. El miércoles pasado, una estatua de una cabra sustituyó a Belalcázar en el pedestal. Según la excelente webinfobae, "esta cabra fue instalada por los vecinos y comerciantes de la zona. Al parecer, fue un artista de Cali, Álvaro Márquez, quien creó la estatua. Para él, "la obra representa la resiliencia y la fuerza que necesita Cali para superar las grandes montañas y desafíos que se presentan en este momento". Por cierto, una cabra sigue siendo más inteligente que un conquistador español. Esperemos que esta cabra no corra la misma suerte que la del señor Seguin, y que pueda hacer frente a los lobos Duque y Uribe.


Un laboratorio democrático y social.


Jorge Isaacs


El 18 de mayo de 1871, Jorge Isaacs está haciendo las maletas. Estaba a punto de salir de Cali hacia Chile, donde acababa de ser nombrado cónsul de Colombia. Nació en 1837, hijo de George Henry Isaacs Adolfus, ciudadano judío inglés que había llegado a Colombia en 1822 procedente de Jamaica, y de Manuela Ferrer Scarpetta, hija del militar catalán Carlos Ferrer Xiques y de María Manuela Scarpetta Roo. A los 17 años, como algunos de los jóvenes manifestantes de hoy, Jorge Isaacs se alistó en el ejército del coronel Manuel Tejada, que luchaba contra la dictadura de Melo. Más tarde, enviado a Antioquia, conoció al poeta Gregorio Gutiérrez González (1826-1872). En mayo de 1871, mientras se preparaba para viajar a Chile, se enteró de los acontecimientos que sacudían a la lejana Francia: la Comuna de París (LEER AQUI), a través de la información enviada por cable telegráfico (aún no había internet ni redes sociales, el primer cable transatlántico entre Europa y América fue inaugurado en 1858).

El 18 de mayo de 1871, el último día de la "Semana Sangrienta" (más de 30.000 muertos en pocos días) supuso la sentencia de muerte de la Comuna de París. El 18 de mayo de 2021, unos ciento cincuenta años después, al día, la Comuna de Cali toma el relevo de la Comuna de París. Los nombres han cambiado. Las fuerzas de represión ya no se llaman "Versaillais" sino "ESMAD", la brutalidad no ha cambiado, sólo se ha sofisticado.

Como recuerda el historiador Jean Louis Robert en Francia, "la historia de la Comuna de París se reduce a menudo a las barricadas, los incendios y la terrible represión de la Semana Sangrienta, mientras que la Comuna fue también un gran momento, un verdadero laboratorio de la República democrática y social. (...) El patrimonio de la Comuna es múltiple, nadie puede pretender ser el heredero de la Comuna" (Leer AQUÍ). Lo que ocurre hoy en Colombia, y en particular en Cali, es representativo de este legado de la Comuna. Después de la Comuna de París, la Comuna de Cali? Cuando los habitantes de un barrio se apoderan de una comisaría y la transforman en un centro cultural comunitario para hacer una biblioteca de la dignidad (LEER AQUI) ¿no es esto un laboratorio democrático y social? Y más ampliamente, el papel de las mingas indígenas junto a los manifestantes es absolutamente esencial. Abandonadas por el Estado, cuando no perseguidas, las comunidades indígenas de Colombia tuvieron que aprender, para sobrevivir, a autoorganizarse constituyendo asambleas populares (mingas), y también a defenderse con brigadas civiles. Es este conocimiento, pacientemente construido durante los cincuenta años de conflicto armado, el que las mingas indígenas han puesto al servicio de los jóvenes manifestantes de la Primera línea, ofreciéndoles así un curso acelerado de gobierno del pueblo, por el pueblo. Esto no deja de tener consecuencias, y volveré sobre ello en un próximo artículo.


Una gran movilización en todo el país.


Por el momento, sin hacer planes para el futuro basados en un pasado lejano, solo podemos mirar el presente del presente. El 28 de mayo de 2021, Paro Nacional celebró su primer mes de existencia. Todo el país, por supuesto, estaba celebrando.





Y en Bogotá, en la bien llamada Plaza de los Héroes.


"Estamos viviendo una intensa y diversa movilización democrática", dice el profesor Rodrigo Uprimny, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) en el programa de televisión Punto Crítico : "Esta movilización tiene su origen en una serie de problemas acumulados no resueltos en la sociedad colombiana -como la profunda desigualdad y la pobreza generalizada- que han sido minimizados por el acuerdo de paz, lo que ha permitido que el debate público se centre no sólo en el tema del orden público y la guerrilla, sino que los problemas acumulados en la sociedad afloren y se expresen." (...) Rodrigo Uprimny hace un llamado a la democracia participativa local propuesta en la Constitución Política de 1991: "Esto no se ha hecho muy bien y es tal vez una posibilidad para que la democracia de la calle confluya en escenarios democráticos locales, y al mismo tiempo que se dan las negociaciones nacionales, se lleven a cabo negociaciones locales que permitan resolver las protestas locales y regionales: "Se necesitan otras instancias participativas locales que permitan que la democracia de la calle se encuentre con las instituciones, y no sea cortada por las instituciones. (...) Una democracia sin democracia de calle carece de vigor, pero una democracia de calle que no converge en las decisiones institucionales y no puede ser tratada institucionalmente genera problemas de crisis muy complejos. Esta es una cuestión importante, a la que volveré.

Pero volviendo al 28 de mayo, todas las miradas estaban puestas obviamente en Cali, que ha sido el epicentro de la protesta desde el inicio del Paro Nacional.

Y como desgraciadamente era de esperar, es allí donde la represión ha sido más feroz. Es allí donde la violencia policial ha sido, desde el principio, después de una primera noche sangrienta el 2 de mayo (Léase AQUÍ), la más escandalosa, como muestra este artículo en línea delNew York Times que reúne algunas de las imágenes de vídeo más elocuentes. Como recuerda BLU radio, el Valle del Cauca, cuya capital es Cali, es el departamento con más muertos desde el inicio del Paro nacional. Un ambiente que se ha vuelto aún más terrible tras las revelaciones de varias ONG sobre un centenar de jóvenes "desaparecidos" que probablemente fueron liquidados y cuyos cuerpos fueron arrojados a fosas comunes (Leer AQUÍ, y vídeo AQUÍ).


Escenas de terror.


El horror comenzó alrededor de las 4 de la tarde. En su página de Facebook, un periodista de Cali dijo: "La escena que tuve que vivir hoy fue espantosa. Sobre las 4:00 p.m., al menos 40 hombres, entre Policías y hombres de civil, disparando a matar a los manifestantes en la Estación Universidades. Varios nos lanzamos al suelo y se escuchaban las ráfagas cada vez más cerca, así que decidimos ponernos en pie y correr, pues temíamos que nos asesinaran en el piso. En la huida, podíamos escuchar los proyectiles impactando postes y zumbando en el aire. Un grupo, entre policías y encapuchados armados, alcanzaron al grupo del cual yo era parte, todos nos identificamos a través de carnets como PRENSA, no les importó: con las armas en sus manos, nos hicieron poner contra un muro y nos requisaron mientras continuaban sonando las descargas de disparos contra los manifestantes. Con toda hostilidad nos permitieron continuar nuestro camino. Les suplicamos que pararan el fuego, un policía dijo, literal: "son órdenes de arriba". Al llegar a la estación Universidad del Valle, manifestantes heridos eran evacuados en motos para ser trasladados a centros asistenciales. ¿Con qué se defendían los chicos? ¡Piedras! ¡Piedras contra balas! Aquí no hay negociación posible con este gobierno criminal."

Cinco horas más tarde, a las 21:20, el mismo periodista continuaba: "Vivo a doscientos metros de plantón de Meléndez. Escucho disparos. Temo que los policías y sus sicarios masacren a los resistentes. Tengo miedo, temo por sus vidas. Siguen los disparos en Meléndez. La policía mató a dos muchachos aquí en la Playita, uno de ellos de la minga indígena. Lo supe porque me lo contaron cuatro chicos de primera línea que se escondieron en el antejardín de mi casa. Les dije que se quedaran, que se escondieran aquí hasta mañana. Salieron a enfrentar a la policía, dos de ellos llevaban escudos de primera línea.Una mujer en el barrio grita "el pueblo unido jamás será vencido. Siguen los disparos, ahora mismo, en mi calle. Y también por el puente sobre el río Meléndez.Están disparando en la calle. Están cazando a los muchachos.Yo estaré detrás de la puerta. Quizás alguno necesite refugio".

Y una hora más tarde, a las 22:20: "Dos muertos en Meléndez, ambos con tiros en el torso; tiros de lejos, de francotiradores. Un chico es de la minga indígena, el otro estudiante de Univalle. Más de cuatro heridos.Fue asesinado Sebastián Jacanamejoy del pueblo Inga, en el punto de resistencia de Melendez, ciudad de Cali.

Isan Imbachi del pueblo Yanacona también resultó herida por impacto de bala.

Una enfermera amiga que le dio los primeros auxilios me dijo que el tiro se lo pegaron en el torso; al otro chico que mataron, también. Fueron blancos de francotiradores."

De hecho, en Ciudad Jardín, civiles armados, protegidos por policías, disparan entre los manifestantes. En las redes sociales, varias fotos y vídeos lo atestiguan sin lugar a dudas (ver AQUÍ y AQUÍ).

Las redes sociales, casi en directo, también informaron de la detención de un joven, Álvaro Herreroa Melo, estudiante del conservatorio de música.


Unas horas más tarde, la policía publicó un vídeo especialmente impactante. El joven, con el rostro ensangrentado y probablemente torturado, confesó haber atacado a la policía. Pero en el momento de los "hechos" (que nunca se produjeron), Álvaro estaba ensayando con la Orquesta Sinfónica de la Universidad del Valle. Sus compañeros se movilizaron y colgaron vídeos en las redes sociales demostrando su presencia en la orquesta. Unas horas más tarde, la policía finalmente lo dejó en libertad (Leer AQUÍ). Cuando salió de la comisaría, le esperaba una pequeña multitud (ver VIDEO AQUÍ).

Otros no tuvieron tanta suerte. Sebastián Jacanamejoy, un joven Inga de 24 años (foto de la derecha), fue el primero en ser abatido por la policía en Melendez.

En la mañana del 29 de mayo, Cali se despertó con 13 muertos más, todos jóvenes y hermosos.

BLU Radio emite retratos de algunos de estos jóvenes, a veces muertos en enfrentamientos con la policía, casi siempre por "francotiradores" de paisano, protegidos por la policía.
















Como si quisiera tener un asiento en primera fila para este lío premeditado, Iván Duque fue a Cali la noche del 28 de mayo con algunos miembros de su gabinete.

Allí, al término de un consejo de seguridad extraordinario, anunció la militarización de Cali: “Vamos a actuar en defensa de todos los derechos y con la capacidad que nos da la Constitución y la ley. Por lo tanto, quiero dejar absolutamente claro que a partir de esta noche empieza el máximo despliegue de asistencia militar a la Policía Nacional en la ciudad de Cali y el departamento del Valle”

La militarización se extendió entonces por decreto a otras ciudades de Colombia.

"La situación en Cali es muy grave", tuiteó José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch, quien instó al presidente Duque a tomar "medidas urgentes de desescalamiento, incluyendo una orden específica para prohibir el uso de armas de fuego por parte de los agentes del Estado".

"Colombia no puede tener más muertos. A diferencia de las revueltas sociales en Chile, donde el levantamiento social condujo a una reforma constitucional, o en Ecuador, que acaba de celebrar elecciones, los colombianos aún no han tenido una "válvula" para desahogar sus muchas frustraciones", dice Cynthia Arson, directora del programa latinoamericano del Woodrow Wilson International Center for Scholars.

Por su parte, el popular cantante Mike Bahía intyerpretó a Duque desde su cuenta de Instagram: “Si logras dormir ? Que piensa tu familia de tu labor como presidente? Estás manchando tu nombre y apellido con la sangre del pueblo! Que bonito mensaje le dejas a tus hijos! Ahora recuerdo la carta que le “escribiste” a tu hij@ durante tu campaña; que bonito el país que le dejaste…! Los hijos se educan con EJEMPLO!! #SosColombia”.


La Organización de Estados Americanos (OEA) reiteró su llamamiento a la no violencia y a la protección de la vida:

"Ante los condenables hechos de violencia en Cali y otras partes de Colombia, reiteramos nuestro llamado a la no violencia, a la protección de la vida, a la garantía de los derechos y a la resolución pacífica de los conflictos. El diálogo es el camino a seguir", dijeron. (Lea AQUÍ).

Ante esta situación, la Defensoría del Pueblo anunció que ejercerá un control "fuerte, estricto e intenso" sobre la asistencia militar, "tal como lo establece el auto octavo de la sentencia STC-7641 de 2020 de la Corte Suprema de Justicia". Entre otras acciones, se espera que la entidad realice una verificación previa de las herramientas e identificaciones de cada uno de los oficiales que participan en el ejercicio de asistencia de la policía militar, para "determinar que coincidan con las que puedan utilizar el Esmad y la Fuerza Disponible". (Lea AQUÍ). Jairo Libreros, profesor de seguridad ciudadana y defensa nacional de la Universidad Externado, agrega que "los militares no están autorizados en términos convencionales o legales para intervenir en manifestaciones o en su dispersión, ni para realizar allanamientos o detenciones. Cualquier cosa que pudieran hacer, aparte de observar el trabajo de la policía, sería una violación constitucional. "Las fuerzas militares", explica Isaac Morales, investigador de la Fundación Paz y Reconciliación, "están para defender la seguridad y la soberanía a un nivel que va más allá de los conflictos entre ciudadanos. Están entrenados en el uso letal de la fuerza, entendiendo ciertas amenazas y contextos, que no encajan en la dinámica urbana."

En un mensaje en You Tube, reproducido por Contagio Radio, el 26 de mayo, Adolfo PérezEsquivel, Premio Nobel de la Paz, va mucho más allá: "Lo que está ocurriendo en Colombia alcanza los límites del genocidio. (...) Conozco Colombia desde hace casi 50 años y nos preocupa mucho la vida del pueblo colombiano. (...) Debemos pedir el fin de la represión que el gobierno está desatando. Debemos pedir el fin de los grupos paramilitares y parapoliciales y un diálogo para resolver la situación. (...) El gobierno tiene una responsabilidad porque esto ha llegado a un punto en el que deberíamos hablar de genocidio en Colombia y estos son crímenes de lesa humanidad que no prescriben. (...) Los derechos humanos y la democracia son valores indivisibles. Si se violan los derechos humanos, las democracias se debilitan y dejan de serlo. (...) La única forma de salir de esta violencia es el diálogo y el respeto a los derechos del pueblo".

A pesar de la terrible represión, el pueblo colombiano no se rinde. Como se anuncia en un vídeo publicado en You Tube por Vice News, "Colombia se está levantando".

Y este domingo, 30 de mayo, el Comité Nacional de Huelga emitió la siguiente declaración:

"A partir del lunes 31 de mayo vamos a bloquear 1080 ciudades en toda Colombia, jóvenes, campesinos, indígenas, sindicatos, etc. Sabemos que no hay ejército ni policía para cubrir todo el país, así que informamos que tenemos 72 horas para abastecernos de alimentos no perecederos y de todo lo necesario, etc. Porque a partir de hoy, habrá un bloqueo permanente sin corredor humanitario hasta que este gobierno corrupto entienda que el pueblo no se deja engañar y que estamos cansados de la violación de nuestros derechos."


En otras palabras, la Comuna de Cali, extendida a toda Colombia, está lejos de haber terminado.


Jean-Marc Adolphe, para les humanités, 30/05/2021


PARA SEGUIR EN LOS PRÓXIMOS DÍAS :


¿De qué y de quién es el nombre de Iván Duque?


¿Qué futuro político para la Colombia posturbana?


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